La vida es como el alpinismo, cuando has superado un problema, o alcanzado una meta, te das cuenta que detrás hay una montaña aún más alta, los pequeños cerros ocultan las grandes cordilleras. Cuando conquistas una cima, esperas gozar de una hermosa perspectiva, un horizonte inmenso, pero normalmente lo que divisas es un mar de nubes y una cadena más alta. Descansas y emprendes el camino con la esperanza de que mañana el día sea soleado y las nuevas cotas te permitan divisar el valle, nada gratifica más que ver lo alto que has llegado, contemplar el mundo a tus pies. Pero tras vencer al hielo y la ventisca, cuando agotado te yergues sobre el picacho, te das cuenta que esa no era la vista que buscabas, que quizás desde aquel pico…
Nos pasamos la vida persiguiendo quimeras, escalando montes cada vez más altos, y cuando por fin llegamos a nuestro Olimpo, nos damos cuenta que estamos solos, que el frio quema y que el silencio es ensordecedor. Entonces añoramos, el humilde arroyo que transcurre por el valle, a todos aquellos que dejamos por el camino y nos sentimos solos en cumbre, pero la noche se cierne sobre nosotros, y ya no tenemos fuerzas para descender.
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