Desde mis veinticinco años de experiencia en la comunicación telemática, tengo la suficiente perspectiva como para hablar con cierta autoridad sobre el tema. Como he comentado anteriormente, empecé mi singladura con un modem de teléfono que trabajaba a 1.200 bps, se acoplaba al auricular y mediante sonidos, transmitía y recibía información entre ordenadores. Internet no existía, y solo unos cuantos pioneros utilizábamos nuestros ordenadores como plataformas interestelares con un coste realmente astronómico.
A pesar de los avances tecnológicos, nosotros seguimos con los mismos tics, las mismas costumbres y los mismos prejuicios. Entramos en un Blog, como antes en una BBS, y echamos una ojeada a las novedades, contestamos algún tema de nuestro interés, y nos largamos con viento fresco sin fijarnos en el historial que la banda derecha de la pantalla nos ofrece.
Hay bitácoras que se mantienen activas desde hace unos años y nos ofrecen auténticos tesoros, solo tenemos que escarbar un poco y enseguida aparecerán artículos, relatos, música que nos deleitarán y enriquecerán. Me encanta bucear en los blogs de mis amigos buscando comentarios antiguos, relatos olvidados, viejas escaramuzas, es como viajar en el tiempo, recuperar valiosas reliquias que creíamos perdidas. Al igual que en la moda y en el cine, somos esclavos del escaparate, y solo nos detenemos a mirar el aparador, cuando seguro que en las estanterías más ocultas nos está esperando esa joya que llevamos años buscando sin poder encontrar.
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