lunes, 24 de diciembre de 2012

CUENTO PEQUEÑO PARA NIÑOS GRANDES



Siempre fue un pueblo próspero, los vecinos eran trabajadores y habían fundado talleres y cooperativas agrícolas para comercializar sus productos. Contaba con hospital, escuelas, y un instituto de enseñanza donde los jóvenes se formaban sin tener que desplazarse, y había también un banco.
Los vecinos guardaban en él sus ahorros, porque pensaban que más seguros estarían allí que bajo el colchón, además podían pedir créditos para ampliar sus negocios o para cambiarse de casa, la economía iba viento en popa, y la gente se endeudaba con préstamos a largo plazo confiando en que no tendrían problemas para devolver el dinero, el banquero por su parte, concedía alegremente hipotecas y créditos dudosos, porque eso le permitía ganar mucho más dinero y hacerse millonario sin apenas riesgo.
Pero llegó la sequía. Aquel año apenas llovió, las cosechas fueron ruinosas y los deudores no pudieron pagar los recibos,  negociaron con el banco para re financiarlos con la esperanza de que el año próximo sería mejor, pero llegó el nuevo año, y una helada destruyó todas las yemas en flor, y la granizada acabó con la incipiente cosecha, dejando los campos convertidos en eriales.
Se reunieron en el ayuntamiento las fuerzas vivas, y el banquero confesó que las arcas estaban vacías y que no había fondos para devolver el dinero a los depositarios y mucho  menos para amortizar los créditos que este a su vez había adquirido con  entidades mayores, o se buscaba una solución, o el banco se declararía en quiebra.
Algunos concejales propusieron una moratoria para devolver los préstamos esperando que la economía repuntase, con un poco de paciencia las aguas volverían a sus cauces y la próxima vendimia serviría regularizar las cuentas,  pero los delegados,  temerosos de perder sus privilegios se negaron en redondo y amenazaron con cerrar definitivamente si no recibían ayudas del municipio.
Como el alcalde y varios ediles tenían intereses en la entidad, decidieron subir los impuestos y recortar gastos para poder reunir el importe suficiente y rescatar al banco. En poco tiempo recapitalizaron sus arcas, y sanearon sus balances , pero en vez de renegociar de nuevo los préstamos, reclamaron judicialmente a los deudores, con lo cual, muchos vecinos fueron desahuciados y las cooperativas tuvieron que cerrar por falta de liquidez.
 El instituto cerró y los niños tuvieron que trasladarse cada día a 30 kilómetros para seguir estudiando mientras que el hospital se vendió a una empresa privada y los vecinos hubieron de pagar los servicios médicos que antes eran gratuitos.
Los trabajadores de la cooperativas y los agricultores, se quedaron en el paro, los pequeños talleres cerraron por falta de pedidos, y los comercios bajaron sus puertas al perder la clientela, la gente empezó a emigrar y en un par de años, el próspero pueblo se transformó en un desierto, ¿quien salió ganando de este desastre?. El banquero se retiró con una pensión millonaria, y los accionistas, con el dinero del pueblo, montaron otras entidades en la capital donde continuaron enriqueciéndose sin que nadie les pidiese responsabilidad alguna.

Hace unas semanas los pocos vecinos que aún quedan en el pueblo, se manifestaron delante del consistorio exigiendo responsabilidades y soluciones, pero el alcalde llamó a la guardia civil y  fueron dispersados por la fuerza con el resultado de varios heridos y alguna detención. Por su parte el consistorio ha vuelto a aumentarse el sueldo y siguen manteniendo los coches oficiales y las prerrogativas que su cargo les exige, en el último pleno se le escucho decir al  teniente de alcalde mientras abandonaba su sillón "pa lo que me queda en el convento, me cago dentro", los micrófonos a veces nos juegan malas pasadas.

JUANMAROMO

¡¡MUY FRÁGIL!!


        Nos creemos los reyes de la creación pero somos frágiles, terriblemente frágiles, de tal manera que un soplo de infortunio puede acabar con nosotros como una nota hace estallar  el cristal más delicado. Podemos soportar enfermedades, infecciones o plagas, podemos superar el hambre la sed y la fatiga, pero no tenemos defensa contra la soledad, el desamor o el sufrimiento.
El miedo es un carcinoma que se extiende por nuestro sistema inmunitario y nos deja indefensos contra las rapaces del alma. Una sombra, una mera sombra es capaz de desencadenar un ataque de pánico, una sospecha puede abatirse como una tempestad de fuego y granizo y arrasar nuestro corazón convirtiendo un vergel en un erial.
Hemos desarrollado vacunas contra las enfermedades del cuerpo, pero nuestra alma está cada vez más expuesta a las inclemencias de una sociedad que nos explota y nos margina, de unos instintos que privan la especie sobre el individuo y de unas costumbres que se preocupan de las formas sin importarles que detrás de cada máscara hay un ser humano que sufre su dictadura, los rebeldes son desterrados los partisanos exterminados y las masas conducidas a los mataderos donde se nos extrae hasta el tuétano de los sueños. Plauto  nos dijo que el hombre es un lobo para el hombre, pero el hombre ha dejado de ser el hermano lobo para convertiste en el peor de los carroñeros, él único carroñero que se devora a si mismo.
JUANMAROMO

LA ESENCIA DE LA VIDA


Llegamos a este mundo desnudos, indefensos y sin manual de instrucciones y lo primeo que nos enseñan es a llorar. Nos dejan en un hogar a cargo de unos padres que no han aprendido el oficio y que a veces ni tan siquiera nos han llamado, no sabemos hablar y recurrimos al llanto y a las pataletas para hacernos entender.
 Necesitamos media vida para aprender y la otra media para olvidar, buscamos amor pero no sabemos cómo conseguirlo y sobre todo, como mantenerlo. Somos como Pinochos adulados por los embaucadores de turno que nos ofrecen placeres, dinero y diversiones a cambio de lo único que no podremos recuperar, nuestro tiempo, nos enseñan lo que conviene al sistema y nos ocultan lo que conviene a la persona, nos programan durante la infancia y nos explotan el resto de nuestra vida.
 El amor es la esencia de la vida, somos hijos del amor y solo gracias al amor perduramos en el tiempo, sin embargo la sociedad ha conseguido reducir esta piedra angular a una rueda de molino a la que nos ata para girar y girar moliendo en su provecho. La enseñanza es un medio de alienación, forma profesionales, pero deforma personas, solo la familia es capaz de infundir en los hijos esos valores que cada vez están más  diluidos en la corriente del consumismo, y la política se ha convertido en un mercado persa en el que cada partido nos vende al mejor postor.
Llegados a este punto, ¿que nos queda para seguir manteniendo la dignidad?. Apaguemos los televisores, recuperemos nuestro albedrío y volvamos a los brazos del amigo libro, recuperemos las veladas familiares, las charlas con nuestros mayores, y el diálogo con nuestros hijos. Quizás somos la última generación que se crio desenchufada y que aun podría sobrevivir sin la tutela de "El gran hermano". Los valores humanos no necesitan enchufe, porque la energía espiritual se transmite por la voz y por la mirada y es la única que no puede ser interceptada ni adulterada, quizás un apagón sería la solución para nuestros problemas y el preludio de un nuevo amanecer, a pesar de que todo esto lo estoy escribiendo y transmitiendo a través de un ordenador. Que la fuerza nos ilumine a todos.
JUANMAROMO