Sé que me reprochas que jamás te escribiera un verso, que no he sido capaz de tejer un poema en tu nombre, y tienes razón, no he sido capaz. Hay amores que se expresan apasionados, exuberantes, hay amores posesivos, destructivos que acaban matando a quien les mata. Pero el amor que siento por ti, es un amor profundo hasta las raíces del alma, es un amor que discurre por las galerías del corazón como un caudal de lava, que derriba barreras, y atraviesa montañas. No hay ni un solo momento que no estés en el fondo de mis ojos ni el hervor de mi mente.
Me acuerdo como si fuera ayer de tu llegada, la corta espera leyendo sin leer, tu primer llanto como un canto a la vida. Te recuerdo minúscula y tierna, con tus manitas perfectas, tus piecitos cantores y tu carita iluminándolo todo.
Fuiste una hija del amor, una niña tierna, cariñosa y afable, te encantaba colaborar en las cosas del hogar, vivir a tu lado fue un regalo del cielo. Poco a poco te has hecho mujer, una mujer como siempre soñé que serias, hermosa, fuerte y valiente. Una mujer que no teme al trueno ni a la marea, ni el hielo ni el granizo jamás detendrán tu paso.
Hoy te vas a vivir una nueva aventura, me duele no tenerte al lado de casa aunque no te vea muy a menudo, me desespera saber que te vas tan lejos y que quizás te sientas sola y desamparada, pero es tu decisión y la respeto. Quiero que sepas que siempre estaré a tu lado, que te quiero con ese cariño imperecedero que va más allá de la vida, y que estés donde estés, mi corazón y mi pensamiento estarán junto a ti.
TE QUIERO.
viernes, 6 de marzo de 2009
CARTA A UNA HIJA
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