Como cada dia, me levanté a las siete, me duché y tomé el desayuno a toda prisa, bajé al parking y me introduje en el coche.
–“ Codigo incorrecto”- me contestó el antirrobo.
- Se habrá desprogramado la llave, pensé- cogeré el metro.
Llego deprisa y corriendo a la estación, introduzco el microchip en la máquina expendedora y el mensaje me deja perplejo – Tarjeta no valida. Diríjase a su oficina bancaria.
¡Bueno, a eso le llamo empezar el día con buen pié!, saco un billete de un solo viaje y me dirijo a mi trabajo. Cuando llego es ya muy tarde, pero ya se sabe que los jefes siempre tenemos algo que nos justifica, acerco mi ojo al lector de iris, pero increíblemente no me reconoce.
Yo mismo cree el programa y sé que es de la máxima seguridad. La documentación que custodiamos en nuestros equipos está catalogada y solo una élite tenemos acceso a ella, es imposible que le lector no me reconozca, además hay tres copias de la huella , y no pueden borrarse las tres.
Introduzco mi llave codificada y apoyo eldedo pulgar en el lector dactilar, de repente salta la alarma y las sirenas empiezan a ulular desesperadamente, tengo que huir antes de que el recinto se cierre, por suerte, conozco una salida secreta y puedo escapar antes de que me alcancen los perros.
Inexplicablemente el comunicador biónico se niega a conectar y empiezo a sentir pánico. Me dirijo a mi oficina bancaria, introduzco el código y mis huellas pero no responde, algo inexplicable está sucediendo. Salgo a la calle de nuevo y la gente pasa a mi lado sin mirarme, la deshumanización de las gran ciudad se hace irrespirable por momentos. Regreso a casa y recurro a la vieja llave mecánica, ya que el sistema de detección no me reconoce.
Enciendo el comunicador e introduzco mi clave, -Numero incorrecto, inténtelo de nuevo- desesperado, bajo las escaleras a toda prisa , a mi alrededor, la gente continua circulando, pero un silencio sepulcral lo envuelve todo, caminan como zombis, en silencio, sin mirarse, intento detener a un transeunte, pero sigue su camino ignorándome, y el cielo permanece negro a pesar de que son casi las once.
Me dirijo ya sin aliento a uno de los pocos quioscos expendedores de periódicos que quedan en la metrópolis, introduzco una moneda, y la impresora ronronea un instante, abro la portada y entonces lo comprendo todo.
ESTA MADRUGADA HA SIDO DESTRUIDA EN UN ATENTADO LA CENTRAL NUCLEAR DE NEKSVILLE, LA CIUDAD SITUADA A APENAS 100KM, HA QUEDADO TOTALMENTE AISLADA Y ENVUELTA POR LA NUBE RADIOACTIVA, NO SE ESPERAN SUPERVIVIENTES…
1 comentario:
Esperaba un final parecido. Per ohas amntenido muy bien la sensación de pánico del protagonista mientras deambula buscando su identidad.
Publicar un comentario