Aprovecho estos momentos de calma para pensar en ti, para
concentrarme en tu belleza, en tu dulzura, en tu calidad humana. Mientras
cierro los ojos y me alma vuela a tu encuentro, siento mi cuerpo relajarse,
como esperando sentir tu piel flotar sobre la mía.
Jamás olvidare nuestro
primer abrazo. Yo era como un niño perdido en tu mirada y mamando la vida de
tus labios. Cuando por primera vez vi tu cuerpo desnudo después de tanto
desearlo me quedé absorto y admirado, tuve que hacer un esfuerzo supremo para no
lanzarme a devorarte, pero sabía que el placer se degusta a pequeños bocados.
Mis manos ascendieron a tus cumbres almenadas temblando de dicha, y cuando mis
labios lamieron tus fresones maduros, creí que iba a despeñarme como un
adolescente. Pero sin darme cuenta, tu aroma me fue envolviendo como una
enredadera y cuando tus muslos dejaron al descubierto la entrada al paraíso
supe que no tenia escapatoria.
Me perdí entre tus pétalos de fuego mientras mi
lengua degustaba con locura tus zumos, mis dedos exploraban tu corola ardiente
y palpitante que goteaba su néctar en mis labios sedientos mientras la música
de tus suspiros enloquecían mi alma. Cuando la ola gigantesca nos arrastró por
las arenas, creí que el mundo se acababa, no podía parar de beber de tu fuente,
de lamer tus racimos, de hacerte gozar hasta el paroxismo.... Desnudos y
abrazados jugamos en nuestra playa como dos niños, hasta que una nueva marea
nos llevo de nuevo mar adentro. En mi vida ha habido dos momentos mágicos que
no olvidaré mientras viva, y este es uno de ellos.
JUANMAROMO
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