jueves, 3 de septiembre de 2009

EL SÉPTIMO CIELO



Aprovecho estos momentos de calma para pensar en ti, para concentrarme en tu belleza, en tu dulzura, en tu calidad humana. Mientras cierro los ojos y me alma vuela a tu encuentro, siento mi cuerpo relajarse, como esperando sentir tu piel flotar sobre la mía. 
Jamás olvidare nuestro primer abrazo. Yo era como un niño perdido en tu mirada y mamando la vida de tus labios. Cuando por primera vez vi tu cuerpo desnudo después de tanto desearlo me quedé absorto y admirado, tuve que hacer un esfuerzo supremo para no lanzarme a devorarte, pero sabía que el placer se degusta a pequeños bocados. Mis manos ascendieron a tus cumbres almenadas temblando de dicha, y cuando mis labios lamieron tus fresones maduros, creí que iba a despeñarme como un adolescente. Pero sin darme cuenta, tu aroma me fue envolviendo como una enredadera y cuando tus muslos dejaron al descubierto la entrada al paraíso supe que no tenia escapatoria. 
Me perdí entre tus pétalos de fuego mientras mi lengua degustaba con locura tus zumos, mis dedos exploraban tu corola ardiente y palpitante que goteaba su néctar en mis labios sedientos mientras la música de tus suspiros enloquecían mi alma. Cuando la ola gigantesca nos arrastró por las arenas, creí que el mundo se acababa, no podía parar de beber de tu fuente, de lamer tus racimos, de hacerte gozar hasta el paroxismo.... Desnudos y abrazados jugamos en nuestra playa como dos niños, hasta que una nueva marea nos llevo de nuevo mar adentro. En mi vida ha habido dos momentos mágicos que no olvidaré mientras viva, y este es uno de ellos.
JUANMAROMO

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