La ambigüedad legal es el paraíso de los criminales y el
contubernio de los legisladores. Desde tiempo inmemorial, las leyes de
promulgaron con la suficiente elasticidad como para poder ser aplicadas a casos
particulares y dejar en manos del juez
la razón de la justicia, pero cada vez más, esta ambigüedad está siendo fomentada
para crear vacíos legales donde las mafias pueden actuar con total impunidad y
uno de los ejemplos más sangrantes es el de la prostitución.
La legislación sobre la prostitución es España es el típico coladero
por donde las mafias pueden entrar y salir a sus anchas sin infringir la ley. En
este país, el ejercicio de la prostitución no está penado, pero tampoco está
regulado en modo alguno, tan solo el proxenetismo está considerado delictivo
por este engendro legal que está propiciando la nueva esclavitud.
En todos los países, el ejercicio de una profesión conlleva
unos derechos y unos deberes y están regulados por organismos apropiados como
asociaciones, sindicatos o colegios. Toda actividad económica debe cotizar a
hacienda en función de los ingresos devengados y a la vez sus agentes han de
estar afiliados a la seguridad social en el régimen de autónomos, ¿porqué este
criterio no se aplica en el caso de la prostitución?, la respuesta está muy
clara, amparándose en falsos valores morales o feministas, en España no se
legaliza esta actividad económica por corrupción pura y dura.
Cada vez que veo por las carreteras a esas jóvenes (algunas
casi niñas) esperando en la cuneta semidesnudas junto a una silla, me pongo
enfermo, detrás de cada una de estas mujeres hay una tragedia, una historia de
esclavitud contemporánea.
Cuando yo era niño, nos aterrorizaban con el robo de jóvenes rubias para ser vendidas a los jeques, más tarde la llamada "trata de blancas", en las que jóvenes aspirantes a artistas, eran engañadas y obligadas a prostituirse en países lejanos.
Cuando yo era niño, nos aterrorizaban con el robo de jóvenes rubias para ser vendidas a los jeques, más tarde la llamada "trata de blancas", en las que jóvenes aspirantes a artistas, eran engañadas y obligadas a prostituirse en países lejanos.
Como en los otros tipos de emigración, hemos pasado de ser
un país emisor a ser un país receptor, unos vienen en pateras y otras en
autocares engañadas o coaccionadas, y siempre con el miedo a las represalias
contra los familiares que dejan en su tierra.
Una leyes justas y ponderadas en las que se recogieran derechos
y deberes acabarían con estas mafias asesinas, y los ingresos de esta actividad
servirían para paliar el déficit del estado, pero hay intereses oscuros en
manos de políticos y policías a sueldo que están haciendo todo lo posible para
evitar una legislación tan urgente como imprescindible, de vez en cuando aparece
el cadáver de una mujer inidentificable arrojada en una acequia, es el salario
del miedo para que nadie se vaya de la lengua, para que la mierda no desborde y
salpique a los responsables.
JUANMAROMO
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