martes, 22 de noviembre de 2011

EL TEMPLE DEL ACERO




El Hierro es un material muy duro, capaz de horadar la piedra y  levantar estructuras gigantescas, pero tiene enemigos invencibles. El óxido, aliado con el tiempo, es capaz de corroerlo hasta dejarlo convertido en orín, el fuego y la forja doblegan su resistencia  y lo convierten en utensilios de adorno o de labranza. Pero hay algo que es capaz de transformar ese rudo e imperfecto metal en un material capaz de resistir los ataques de la intemperie y de doblarse para recuperar de nuevo la fuerza de su filo. 
Antiguamente, los fabricantes de espadas toledanas consideradas la mejores del mundo, las hundían al rojo vivo en el cuerpo de un animal para conferirles el temple necesario, aunque en un principio había sido el vientre de un prisionero el ara de tal sacrificio.   Lo que parecía algo mágico se descubrió con los años que era física pura, la absorción del carbono de la sangre convertía al rudo hierro en poderoso acero, algo parecido sucede con el amor.
Nuestras almas son de una sustancia dura pero frágil que es fácilmente quebrada o maleada por los avatares de la vida, pero hay un pócima mágica que le da temple y le permite resistir y adaptarse a los embates del destino, ese bebedizo  se llama amor.
El amor, el amor verdadero, nos permite enfrentarnos al dolor, al infortunio y al destino, nos proporciona la flexibilidad de la esperanza y la fortaleza de la seguridad en nosotros mismos, nos hace inmunes contra el óxido de la soledad y nos permite soportar tensiones destructivas sin quebrarnos.
El amor no es tan solo placer, sentimiento y romanticismo, el amor es el temple que nos proporciona la vida cuando su espada nos atraviesa el corazón, pero al revés que  las toledanas, es nuestro pecho el que resulta fortalecido por su hoja.
La espada del amor me ha hecho invencible porque pase lo que pase siempre  llevaré su impronta en lo más profundo de mi corazón. 

JUANMAROMO

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