En estos tiempos grandilocuentes y teatrales, se ha puesto de moda la palabra “coherencia”, y ya sabemos que cuando un término se pone en el candelero, acaba desgastado y carente de significado, por eso quiero explicar lo que para mí significa este vocablo.
Ser coherente, es para mí un compendio de autenticidad, sinceridad y honradez. Ser coherente no significa estar en lo cierto, significa actuar de acuerdo con lo que predicas y con lo que exiges, no pedir más de lo que estamos dispuestos a entregar y sobre todo seguir una trayectoria vital guiada con la brújula del corazón
Ser coherente no significa ser cerril ni fanático, ni tan siquiera exige una fidelidad a una ideología, todos evolucionamos con los años y lo que en la juventud era blanco o negro, en la madurez adquiere infinitos matices, pero exige la lealtad a unos principio y valores fundamentales que deben permanecer inmutables a lo largo de nuestras vidas.
La coherencia supone una lucha continua entre lo que somos y lo que queremos ser, tender una mano a nuestros compañeros de viaje, aceptar y respetar compromisos, y sobre todo no traicionar ni traicionarnos.
Ser coherente no significa ser fuerte, hemos de aceptar nuestras debilidades, saber que caeremos y besaremos la lona en multitud de ocasiones, pero que jamás arrojaremos la toalla, que jamás amañaremos un combate ni masacraremos a nuestro rival cuando esté vencido.
Ser coherente tiene un precio, se pierden oportunidades, se pierden “amigos” y se pierden batallas, pero a lo largo de una vida, es la única manera de ganar la guerra, nuestra guerra.
JUANMAROMO
1 comentario:
Lamentablemente la utilizan personas que más tienen el "corazón flojo", para ocultar sus verdaderas debilidades y falta de oportunidad para reconocer que errores cometen. Acertado el artículo.
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