miércoles, 15 de septiembre de 2010

LA PALABRA, ARMA Y HERRAMIENTA



 La palabra es el medio con que construimos nuestros pensamientos, la herramienta que utilizamos para comunicarnos y defender nuestro estatus en la escala social.
Desde hace siglos, el lenguaje ha sido un reflejo del nivel cultural y humano de las personas, por la forma de expresarse es muy sencillo determinar el origen y el carácter de nuestro interlocutor aun sin tenerle delante.
El lenguaje escrito es más difícil de interpretar, pues carecemos de los matices que nos proporcionan el acento, la pronunciación y el énfasis, pero a cambio, podemos cualificar su ortografía y su sintaxis como otro baremo de valoración personal.
Sea como fuere, el lenguaje es el arma con que defendemos nuestras opiniones y nuestros derechos en una sociedad cada vez más competitiva y conviene tenerla en la mejor condición posible.
Con la que podemos herir y hasta matar sin dejar huella,  podemos aliviar el dolor, consolar al que sufre y hasta enamorar sin ser vistos. La palabra es un arma de doble filo, porque a veces se vuelve contra nosotros mismos, debemos estar seguros de cómo y contra quien utilizarla si no queremos salir mal parados del duelo.
Por eso es tan importante cultivarse y educarse en la conversación, ampliar nuestro vocabulario y aprender a manejar los conceptos, los silogismos y los razonamientos. La ironía y el humor son las muletas que nos sirven para salir airosos de situaciones comprometidas sin tener que tirar de la espada, un lenguaje elegante y preciso será nuestra mejor carta de presentación, y una garantía de que seremos escuchados y comprendidos con facilidad.
Jamás hemos de recurrir a los insultos, estos desvaríos suponen una pérdida de control y sobre todo reflejan la falta de argumentos válidos para contrarrestar los de nuestro contertulio, acalorarse es una muestra de que se está perdiendo en el lance y una huida hacia adelante que no conducirá al abismo.
Por último debemos aprender a escuchar a nuestro interlocutor, primero, para aprender de él, segundo para poder parar sus embates, difícilmente ganaremos un lance si llevamos los ojos vendados.

JUANMAROMO

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