Esta semana ha estallado la noticia de que uno de los principales operadores logísticos del puerto de Barcelona, ha sido detenido por tráfico de estupefacientes. El propietario de la empresa, multimillonario y hombre influyente y respetado, se puso en contacto con un grupo mafioso para introducir cocaína en sus contenedores aprovechando su poderosa infraestructura y distribuirla por Europa. A los pocos días de su entrevista con el narco, un contenedor de su empresa, fue interceptado con casi cuatrocientos kilos de coca, el empresario ha ingresado en prisión sin fianza.
Y yo me pregunto, ¿qué puede mover a una persona poseedora de una gran fortuna, con una familia y un prestigio social a tirarlo todo por la borda para ganar más dinero?. A partir de un determinado volumen, el dinero no proporciona mas bienestar pero confiere poder, y quizás esta es la clave del asunto. El poder nos hace sentirnos dioses, podemos decidir sobre la vida de miles de personas, pasamos de ser respetados a ser temidos y todo se pliega a nuestros designios, es lo que se denomina "la erótica del poder". Hay personas que necesitan ser admirados, odiados, temidos, necesitan sentirse omnipotentes para equilibrar una personalidad paranoide y el dinero desmesurado les confiere esta dimensión. Como psicopatas que son, se creen por encima de todo y no dudan en echar el resto en cada jugada con el fin de hacer saltar la banca.
En el caso de este empresario, todo me hace pensar que su enriquecimiento desmesurado no se ha debido a una gestión ejemplar de sus negocios, y supongo que una auditoria en su empresa hará aflorar cantidad de agujeros negros por donde el dinero se multiplicaba de tal manera. En el registro de su mansión, se encontraron la gama más elitista de Rolls Royce Mercedes, Porche y Ferrari, pinturas de Dalí Miró y Picasso así como joyas por un montante aun no evaluado.
Cuando nos preguntamos por qué no se legaliza y reglamenta la prostitución o determinados estupefacientes siempre pensamos que detrás de estas situaciones hay grupos muy poderosos que se enriquecen con el tráfico ilícito y a quienes no interesa la regulación de estas actividades.
Este es un caso típico entre los muchos que continúan en la sombra, detrás encontraremos autoridades, políticos y altos dirigentes que escudándose en argumentos falaces e hipócritas impiden normalizar un situación que acabaría con sus pingües beneficios. Detrás de cada prostituta explotada y de cada drogadicto terminal, siempre hay alguien que se enriquece con la enfermedad y el sufrimiento, alguien que aparece en los medios predicando moralidad y exhibiendo la honorabilidad de los sepulcros blanqueados, desenmascararlos y encarcelarlos, es trabajo de la policía, pero exigir unas leyes que acaben con este tráfico de vidas es trabajo de todos.
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