Hoy celebramos el nacimiento de Jesús. Nadie sabe exactamente la fecha, pero La Iglesia aprovechó las fiestas del solsticio de invierno para apropiárselas como hizo con tantas otras. Hoy podemos asegurar que no nació en Bethlem, y que toda la historia del nacimiento es un montaje a posteriori con la idea de deificar su figura.
Jesús, es un hombre trascendental en la historia de la humanidad y quizás el que más ha influido en la cultura y en la sociedad de los últimos veinte siglos, pero fue ni más ni menos que eso, un hombre. Durante los primeros siglos del cristianismo, no se le consideró un diós, él mismo dijo claramente "No he venido a derogar la ley de los profetas si no a completarla", siempre se declaró judío y jamás pensó en fundar una nueva religión, fue un rebelde, un revolucionario y un visionario que pagó con la vida su lucha constante contra la hipocresía y la corrupción de los fariseos a quienes se enfrentó en numerosas ocasiones. Jamás de declaró dios, y en numerosas ocasiones, rememorando a los profetas mesiánicos se define como "Hijo del hombre", fue un defensor de los oprimidos, de los pobres y de la mujer, lo que le granjeó poderosos enemigos que no cejaron hasta conseguir su ejecución.
No fue hasta Nicea en que La Iglesia, aliada con el imperio, declara herejes a todos los que no acatan la divinidad de Jesucristo, y se dictan los dogmas que constituyeron la base para una nueva religión. Jesús fue crucificado por la oligarquía judía, pero fue traicionado cuatro siglos más tarde por todos aquellos que se apoderaron de su figura y su pensamiento para crear la farsa más sangrante de la historia de la humanidad y fundar sobre ella la primera y más poderosa multinacional que ha sobrevivido hasta nuestros días.
Si hoy levantara la cabeza, cargaría con furia contra los mercaderes de El Vaticano como hizo en su día contra los del templo de Jerusalén.
JUANMAROMO
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