Entraron al probador con el fuego en los ojos, cuando la
puerta se cerró tras ellos, la blusa se
abrió como un capullo en flor mostrando las rosas más bellas que hombre alguno
podía disfrutar, echó hacia atrás su melena y ofreció sus mórbidos fresones temblando
de deseo. El la abrazó por detrás y sus manos pellizcaron con exquisita
suavidad los enhiestos pezones mientras su lengua se paseaba por su cuello
buscando el camino del paraíso, la volteó y lamio amorosamente sus pechos en tanto la mano
se sumergía en las húmedas selvas. Buscó
la madreperla y la acarició dulcemente mientras la lengua se recreaba
saboreando las frutas encarnadas. De repente, el suelo se abrió bajo sus
piernas y un remolino los engulló hacia el abismo del deseo, se retorció de
gusto y un aullido se escapó de su garganta, ella se agachó temblando de
ansias y besó desesperadamente el falo
que su amante le ofrecía enfebrecido, cuando le acarició el escroto con ternura, un geiser
ardiente y palpitante la inundó el
cuerpo y el alma, él se retorcía de placer mientras ella seguía masajeándole con dulzura y sentía el
placer nublarle los sentidos. El se
arrodilló y su lengua furibunda de
pasión lamió la corola hasta hacerle perder el sentido, de repente, otro canto celestial se elevó
hasta los cielos mientras el bebía las últimas gotas de la fuente de Venus.
Cuando salieron del habitáculo, un revuelo de vendedoras
pululaba por los alrededores, la envidia y el deseo se adivinaban en aquellas
miradas, que a buen seguro llegarían a casa pidiendo guerra.
JUANMAROMO
No hay comentarios:
Publicar un comentario