Un sacerdote llamado Panchen, se impuso como penitencia, atesorar toda la sabiduría del mundo. Durante años estudió con los mejores maestros, meditó en los templos sagrados del Tíbet, debatió en los foros de los ancianos, y se rodeó de conocedores en todas las materias. Dedicó toda su vida a la lectura y al estudio y llegó un momento en que nadie podía enseñarle nada, la filosofía, la astrología, la literatura, eran para el libros cerrados ya nada le quedaba por aprender, sin embargo en el fondo de su corazón estaba seguro de que algo le faltaba para adquirir la suma sabiduría.
Rogó a Brahma consejo y este le dijo así. “Toma el camino de Altan, casi llegando a la cima, encontrarás un asceta que vive en una cueva excavada en la roca, convive con él cuarenta días y cuarenta noches y el te enseñará lo único que te falta por aprender”
Panchen tomo su callado, y se dirigió hacia donde Brahma le había indicado. Pasaron los cuarenta días, y sus discípulos le esperaban impacientes. Al cabo le vieron aparecer, estaba demacrado, casi desnudo, los pies descalzos y el cuerpo cubierto de llagas, pero su mirada brillaba como nunca antes lo había lo había hecho.
-Maestro le abordaron- ¿Aprendiste aquello que aún ignorabas?
-Si contestó, durante estos años en que creía saberlo todo, era como un pobre ciego. Estaba tan seguro de mí y de mis conocimientos que no era capaz de aprender por mí mismo, me convertí en un ser soberbio que se regocijaba de su propia ignorancia-
-Maestro, preguntaron asombrados- ¿Qué le ha podido enseñar un hombre analfabeto que ha pasado en una cueva casi toda su vida-
-Me ha enseñado lo único que no había aprendido, me ha dado la llave para seguir aprendiendo por mí mismo, me ha enseñado a dudar-
JUANMAROMO
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