jueves, 3 de diciembre de 2009

EL FIN DE UNA ERA


 La música “enlatada” tiene más de un siglo de vida, Edison inventa el fonografo en 1.876 aunque su uso no se generalizó hasta principio del siglo XX. Los primeros “discos” eran placas pesadas y frágiles, que se reproducían en gramófonos impulsados con manivela y con amplificación mecánica a base de un altavoz en forma de sordina que potenciaba el ruido que producía la púa en los surcos del disco. Era un sonido áspero e imperfecto, pero que en su momento supuso una revolución. En los años 50 se popularizó el “microsurco”, una evolución de las antiguas placas que permitían incluir hasta 30 minutos de música en alta fidelidad por cara, había nacido el disco de vinilo. Los equipos HI-FI, eran prohibitivos, la mayoría de los mortales, sobre todo los jóvenes, debíamos conformarnos con tocadiscos de maletín para escuchar en casa o llevarnos a los guateques o fiestas con los amigos.

A mediados de los 60 Philips inventa en “Compact cassette”, una cinta magnética encerrada en una caja de plástico que permitía se regrabada indefinidamente, y con una duración de hasta una hora por cara, al principio su calidad era muy inferior a la de los vinilos, pero la introducción de las cintas de metal puro, y las platinas con DOLBY cerraron la brecha, las copias de discos realizadas con un buen equipo, se acercaban mucho al original, pero el alto coste de los equipos y soportes magnéticos impedían que la copia masiva se generalizara, las discográficas vendían millones de ejemplares de sus hits, era la “Edad de oro”, los discos de platinos se sucedían en los hits, y la música de los legendarios años 60 y 70 hacían historia y se convertían en los clásicos del siglo XX.

Pero un equipo formado por Philips y Sony, desarrollaron un nuevo soporte, el “Compact Disc” o CD, que podía contener música o datos digitales, había nacido la “Era digital”, era el principio del fin.


La gran ventaja del audio digital es que se pueden hacer copias exactas de su contenido sin merma de la calidad, cuando la industria discográfica lanzó los CD al mercado no se dieron cuenta de que estaban poniendo los masters a disposición de cualquiera que quisiera copiarlos.

Rápidamente los usuarios aprendieron a duplicar con sus ordenadores los discos, el sonido era idéntico al original, y el tiempo de copia era reducidísimo, a la vez, cada copia podía a su vez ser clonada, con lo cual de cada original, se podían crear series infinitas de copias.

Al principio, el alto precio de las grabadoras y de los soportes hacían prohibitivo sus uso por el gran público, pero a los pocos años, copiar un CD estaba al alcance de cualquiera. De nada sirvieron los intentos de protección que algunos fabricantes como Sony introdujeron en sus registros, a las pocas horas, ya habían sido crackeados por los hackers.

Apareció el “topmanta”, redes mafiosas que hacían copias industriales de discos y DVD y los distribuían en la calle mediante personas “sin papeles” que eran explotadas por un lado y perseguidas por la policía por otro, pero lo peor estaba aún por llegar.

La eclosión del ADSL con tarifa plana, permitió a los usuarios, estar conectado las 24 horas, y el aumento de la velocidad, permitían bajar un CD en unos minutos, las redes P2P llegaban al gran público. Este sistema permite que millones de usuarios en todo el mundo compartan su música y sus películas a coste cero. ¿Quién quiere pagar 12 Euros por un disco cuando puede tenerlo gratis?. Las discográficas ven como sus ventas caen en picado, y la S.G.A.E. arremete contra los internautas con tal saña que se gana la animadversión de todos los usuarios, la parte de razón que tenían en sus reivindicaciones, la pierden por los modos y formas con que las exigen.

Entonces ¿Cuál es el futuro? Cada época tiene unos signos definitorios, en la era del vinilo reinaban los comercios de discos especializados, donde consejeros expertos te asesoraban sobre las mejores grabaciones en el mercado, más tarde fueron las tiendas de electrodomésticos las que coparon la venta, que a su vez fueron barridas, ya en plena moda digital, por las grandes superficies. El futuro está en la red y eso no lo duda nadie, cuando las velocidades de bajada permitan cargar en tu ordenador un film HD en cuestión de minutos, o descargarte la discografía completa de un grupo de inmediato, el soporte físico habrá desaparecido.

Siempre quedaran los audiofilos, a los que el sonido comprimido y carente de armónicos del mp3 le hiere los oídos, o los fetichistas, que disfrutan acariciando la carátula de un álbum y leyendo su contenido. Una prueba de su poder, es la supervivencia del vinilo sobre el CD, estoy convencido de que cuando el Compact Disc sea historia, seguirán prensándose discos de acetato, sobre todo para los amantes de la música sinfónica o los sibaritas del rock.

Lo que está claro es que pretender vender a un euro la canción en internet, está condenado al fracaso, vender 12 canciones al mismo precio que te cuesta un compact completo en tienda, no deja de ser un robo, y dado que el concepto de “Álbum” ha desaparecido del mercado, un CD en la actualidad no deja de ser una recopilación de temas inconexos.

En el fondo la problemática es la misma que la de las copias de productos de marca que se venden en tenderetes y mercadillos, quien puede pagarse un Cavalli o unas Prada, no comprará burdas imitaciones, así mismo quien quiera disfrutar de una película en alta definición o de una sinfonía en Hi-Fi, no tirará de la mula para bajarse copias deficientes del original.

¿La solución?, calidad a precio justo, el oligopolio discográfico está carcomido y el mercado siempre acaba poniendo a cada uno en su sitio. Lo que está claro que por mucho que pataleen los de la S.G.A.E. si continúan por este camino, van directos al abismo, ellos y toda la troupe de cegatos que les siguen la murga.


 

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