Erase una vez un perrito que correteaba por la calles en
busca de amor. Un día luminoso, una muchacha lo acogió en su casa, el estaba
loco de contento, creyó que por fin había encontrado su hogar, pasaron los
meses, y un atardecer ella le sacó de paseo y le dijo.
-Mi pequeño, yo te quiero mucho, pero eres un chucho
callejero y yo busco un perro con pedigrí, te deseo que tengas mucha suerte y
encuentres la amita que te mereces.
Durante meses vagó desconsolado suplicando un soplo de cariño, pero nadie
queria seber nada de un chucho triste y desvalido.
Una tarde, vagando desesperado muy lejos de su territorio,
escuchó una voz dulce y melodiosa que le dijo.
-¿Qué haces tan triste y perdido por estas calles solitarias,
yo también necesito cariño y compañía, si me acompañas, mi casa será nuestra
casa.
Pasaron los años, y el cachorro se
hizo adulto, su ama lo
educó, lo cuidó y lo mimó hasta hacer de él un hermoso y cuidado
ejemplar. Una
noche, mientras daba su paseo vespertino, escuchó una voz que le era
familiar y de
pronto se encontró con su primera amita. el corazón le rebotó en el
pecho, se le acercó aullando de emoción. Ella al principio no le
reconoció, pero al
mirar en sus ojos supo que se trataba de su primera mascota, después
había
tenido muchas y de las mejores razas, pero ninguna la había querido como
aquella.
Cada día se encontraban en el mismo
parque, y a escondidas
se contaban sus temores y esperanzas, aprovechaba cualquier descuido
para salir corriendo y dejarse acariciar por su antigua ama, un día la
siguió a su casa y se tras una noche de juegos y confidencias, se quedó
dormido
en su cama. A la mañana siguiente corrió desesperado a su casa, allí
estaba si dueña llorando, lo había buscado toda la noche y creyó haberlo
perdido para
siempre.
-Eres un perro malo, le dijo- ¿Así me pagas lo que he hecho por tí?... Si vuelves a desparecer, te
encontrarás la puerta cerrada para siempre.
Durante unas semanas, permaneció fiel y regresaba
puntualmente al hogar, pero un anochecer, volvió a encontrarse con ella, luchó
ferozmente contra sí mismo pero todo fue inútil, cuando regresó de madrugada,
las puertas estaban cerradas. De nada sirvieron sus llantos y gemidos, ninguna
luz iluminó las ventanas, ninguna voz le dio la bienvenida.
Llovía a raudales, empapado y desesperado decidió regresar a su antiguo hogar, pero al cruzar la puerta, un perro enorme y agresivo estuvo a punto de matarlo, era el guardián de la casa y supo que allí no tenia cabida.
Llovía a raudales, empapado y desesperado decidió regresar a su antiguo hogar, pero al cruzar la puerta, un perro enorme y agresivo estuvo a punto de matarlo, era el guardián de la casa y supo que allí no tenia cabida.
Vagó sin rumbo durante toda la noche
aullando de ventana en ventana. Al amanecer, buscó refugió debajo de un
puente y cayó agotado sin darse
cuenta que la riada estaba a punto de desbordar el cauce.
JUANMAROMO
JUANMAROMO
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