sábado, 11 de octubre de 2008

DULCE VENGANZA

Se que no debía haber mirado a aquella rubia recalcitrante, que se exhibía impúdicamente en la puerta de la disco, pero aquellos muslos largos y torneados que alcanzaban hasta las puntillas de las braguitas me hipnotizaron sin remedio.

Cerraste de un portazo y saliste corriendo después de lanzarme una mirada mortal de necesidad, sabía lo que me esperaba al volver a casa, así que me entretuve tomando unas copas. Cuando me di cuenta eran las dos de la madrugada, abrí la puerta de casa con sigilo, esperando encontrarte dormida, pero no, me estabas esperando, velada por un camisón de seda negra, que contrastaba con el rosado de tu piel, mostrando la suavidad de tus muslos y marcando las orgullosa belleza de tus colinas.

Se que estabas despierta, se que estaba a punto de caer en tu trampa, que la venganza sería terrible, pero morir de amor es una dulce muerte, acerqué mis labios a los tuyos,tu aliento era cálido y voluptuoso. De repente tus dientes se clavaron salvajemente en mis mejillas, bajando lentamente hasta mi boca, el combate fue intenso, mis colmillos acariciaban el lóbulo de tus orejas, tu cuello aprisionado por mi boca, luchaba por zafarse, mientras mis manos te quitaban el camisón. Me quedé deslumbrado por tu belleza, momento que aprovechaste para contraatacar y masacrarme las orejas con tus dulces bocados, todo mi cuerpo temblaba de pasión y de rabia, te besé los ojos, te mordí el cuello desde la barbilla hasta la nuca locamente , luchamos a muerte en una guerra de besos y suaves mordiscos mientras nuestras lenguas desbocadas hacían el amor dentro y fiera de la boca.

Cuando tus dedos ,pellizcaron mis pezones, casi al borde del dolor, todo mi cuerpo se retorció en un divino espasmo , te así por detrás, frotándome por tus nalgas, mientras mis manos amasaban tus pechos sin piedad, y mis dedos pellizcaban tus fresones, que se revelaban altivos. Por un momento, mi barita acaricio tu caja negra,.... tus jadeos me excitaba aun mas , te volteé, y frote mi ariete entre tus pechos sintiendo la inmensa suavidad de su piel envolviéndolo todo, cuando mi mano se adentro en tu cáliz, ya de derramaba, toda la sabana estaba empapada de tus jugos, te mordisquee los pechos con infinito cuidado, pero con una cierta dosis de sadismo, los sentía palpitar bajo mi lengua furiosa como conejitos mimosos, luego mi boca bajo hacia tu sexo húmedo y ardiente, mordí tu monte de Venus con furia, mientras mi lengua recorría tus sonrisa vertical de arriba abajo una y otra vez, , me monté sobre ti, dejando mi juguete al alcance de tus labios , tu lengua empezó a enredar con el volviéndole loco, mientras yo mordía con furia tus petalos de fuego, llenando mi boca de tus deliciosa cabellera y de tus jugos salvajes.

Tu lengua recorría mi niño se arriba a bajo sabiamente arrancándome estertores , mientras yo acorralaba a tu pequeñito acariciándole ferozmente su punta endurecida, cuando tu lengua alcanzó la cima, creí volverme loco, pero lo peor estaba por llegar,toda mi golosina fue engullida por un golpe de tu sabia lengua en el mas maravilloso de tus besos, mis dientes enloquecidos atacaron ferozmente tu pequeño osito que temblaba de miedo y lloraba de gusto ante mis embates, cuando el fin era inminente, me di la vuelta, y me introduje sin piedad en tu dulce morada, con locura furiosa, nuestros cuerpos jadeaban y chillaban de gusto salvaje mientras seguíamos destrozándos amorosamente... por un momento te encorvaste y tus dientes se clavaron en los míos, mientras un grito de placer escapaba de todo tu ser, yo seguía penetrándote una y otra vez , de repente algo estallo en mi cuerpo y en mi mente, y un volcán inmenso surgió de mis entrañas inundándolo todo, sentí como me vertía dentro de tí mientras mis sentidos enloquecían de un placer desbocado, y tú aullabas ante mis últimos embates.

Cuando caí destrozado entre tus brazos, el mundo había desaparecido, solo estábamos tu y yo. Seguimos besándonos y mordiéndonos dulcemente durante horas hasta que Morfeo, celoso, nos sumergió entre sus oníricas olas.
Cuando desperté, me encontré la cama vacía, y una nota en la mesita de noche que decía: "No me esperes, esta noche la batalla será en otro campo"

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