martes, 24 de agosto de 2010

EL DIARIO DE EVA

Hace cuarenta años que zarpamos de Xeon, el tercer planeta en la órbita de alfa centauro. La vida en nuestro mundo estaba agonizando, la sobreexplotación de los recursos, la superpoblación y la contaminación extrema, nos habían llevado al borde de la extinción.

Iahvé, presidente del consejo planetario, decidió enviar una nave con veinte parejas reproductoras al planeta Tierra, un mundo lejano parecido al nuestro, con la idea de salvar nuestra especie del exterminio.
Durante dos años recibimos una preparación intensiva para sobrevivir en un mundo virgen, allí no tendríamos más tecnología que la de nuestra nave y deberíamos partir desde cero hasta afianzar la colonización de nuestro nuevo hogar.
Llegó el día D, nos introdujimos en nuestras cunas donde deberíamos permanecer en hibernación durante decenios, mientras, nuestro planeta se retorcía entre terremotos, inundaciones y temperaturas infernales. El proyecto se había desarrollado en el más absoluto de los secretos para no generar el pánico, pero todos sabíamos que el fin de nuestra civilización estaba cantado.
Hace veinticuatro horas terrestres, fuimos revitalizados por el sistema de a bordo, pero descubrimos horrorizados, que tan solo Adán y yo, habíamos sobrevivido a la odisea. Una lluvia de meteoritos había dañado la nave “Genesis” en la que viajábamos e inutilizado la mayoría de los circuitos, nuestra sección se había salvado milagrosamente, pero estábamos solos, solos ante la eternidad.
El aterrizaje fue terrible. Sin el control gravitatorio, la plataforma impactó violentamente contra la tierra y quedó incrustada entre unos árboles cuya especie nos era desconocida. No abrimos paso entre los restos del naufragio, no sin antes colocarnos las escafandras de supervivencia, el aire del planeta Tierra era demasiado puro para nuestros pulmones, y necesitaríamos de al menos cuarenta días para aclimatarnos al cambio.
Habíamos impactado en una zona boscosa comprendida entre dos ríos, cientos de especies animales y miles de plantas vivían en este entorno natural donde el agua manaba de las piedras y los frutos nos eran dados tan solo extendiendo la mano.
De pronto, recordé las órdenes que habíamos recibido de Iahvé, y corrí hasta la nave a rescatar el mensaje, intenté comunicarme con Xeon, pero todo fue inútil, nuestro mundo había dejado de existir. Recogí el chip con las instrucciones, y su voz resonó en medio del silencio.
“Creced, multiplicaos y dominad la tierra”
“Recuerda, Eva, que a partir de ahora, parirás con dolor a tus hijos, y tú Adán, te ganarás el pan con el sudor de tu frente”
“Y sobre todo, recordad lo que os ha traído hasta aquí. Que el orgullo y la avaricia no os hagan olvidar que sois uno más entre todos los seres vivos que pueblan vuestro nuevo hogar, y no volváis a comer de ese fruto maldito, que nos arrastró a todos a los infiernos”.


Pasaron los días, y una mañana desperté sin la máscara de aire, me quité el traje que aislaba de la vida, y sentí como el nuevo sol bendecía mi desnudez, corrí hacia Adán que dormitaba bajo un manzano, al verme brillar reflejada en las aguas, se arrancó sus ataduras y allí mismo me poseyó mientras los pájaros enmudecían, y una serpiente se retorcía de envidia, maquinando su terrible venganza.

JUANMAROMO

lunes, 2 de agosto de 2010

ACOSO Y DERRIBO DE "EL ESTADO DE BIENESTAR"

De un tiempo a esta parte todo son lamentos por los recortes en subsidios y pensiones, el dedo acusador señala al gobierno y los sindicatos preparan una huelga general, pero ¿nos hemos parado a pensar que parte de culpa tenemos nosotros como ciudadanos y como consumidores?.
Nuestros hábitos de consumo nos empujan a comprar lo más barato, no paramos a analizar donde y en qué condiciones ha sido fabricado. Hace unos años en España había una floreciente industria de electrodomésticos y productos manufacturados que daban empleo a cientos de miles de personas. Con la llegada de los productos importados de extremo oriente, este sector entró en crisis, el consumidor español se lanzo en tromba a la compra de productos de inferior calidad, pero mucho más baratos. Nadie se planteaba que esos bajos costes se conseguían a base de la explotación de niños y adultos sin ningún tipo de protección social. Pero claro, eso no era nuestro problema, la cuestión era comprar más y más barato.
En unos años nuestras calles se han llenado de establecimientos donde se venden productos de ínfima calidad a precios de saldo, algunos hablan de “invasión”, pero lo cierto es que si llegan es porque venden, y venden mucho.
Nuestra industria, con una carga impositiva y social mucho más alta, no puede competir con estas gangas y se producen despidos en masa y cierres de factorías, los ingresos de la seguridad social descienden a la vez que aumentan vertiginosamente los subsidios de paro.
La competencia se debe ejercer en igualdad de condiciones, y la industria nacional no puede competir contra países donde las cargas sociales y fiscales casi no existen.
Los sindicatos, en lugar de patalear y acusar al gobierno, deberían mentalizar a los trabajadores que comprar productos fabricados en estos países, es pan para hoy y hambre para mañana, y el hambre ya está llegando.
O nos replanteamos hoy mismo nuestros hábitos de compra o en poco tiempo no quedará en el país ni una multinacional ni una empresa española que pueda hacer frente a esta competencia desleal. Cuando el estado no pueda cubrir los subsidios de paro y el tejido industrial haya desaparecido, será el llanto y crujir de diente, pero entonces será demasiado tarde.
JUANMAROMO