Eran dos pajarillos aprendiendo a volar, se encontraron explorando el bosque y ella le acompañó a su nido. Durante unos meses piaron juntos, ella regresaba con él cada tarde y juntos cantaban a la primavera.
Un día él le propuso crear su propio nido, levantaría rama a rama una casita para poder vivir juntos, pero ella le dijo que quería ver mundo, viajar y conocer nuevas tierras, que no quería encerrarse en el pequeño hogar que él le podía construir.
Llegó el verano y levantó el vuelo en busca de nuevos horizontes, él se quedó solo llorando su pena, durante años voló de rama en rama buscándola pero no pudo encontrarla, sin embargo algo en su corazón le decía que un día volvería a su lado.
Transcurrió media vida y un día, un canto melodioso llamó su atención, no podía creerlo, pero en lo alto de una rama, su pequeño amor cantaba su pena buscando un soplo de cariño, se acercó a ella tembloroso por miedo a que huyera despavorida, pero le recibió con las alitas abiertas.
Durante meses se contaron su vida, el había levantado su pequeño hogar, había encontrado una compañera a la que amaba con locura y había tenido dos pajarillas que ya volaban por su cuenta, ella había cumplido sus sueños, había viajado por todo el mundo, había habitado los más lujosos enramados, pero algo faltaba en su corazón, necesitaba sentir el cálido plumaje del amor acariciar su pecho. El supo que la seguía amando, que a pesar de los años, su corazón seguía latiendo con ella, y cuando sus piquitos se juntaron, comprendió que ya no podían separarse.
Habitan cada uno en su rama, el con sus cuatro pajitas, ella en lo alto de una gran encina, pero de vez en cuando, extienden las alas y se elevan a la inmensidad del cielo, donde águilas y halcones palidecen de envidia al contemplar la mágica belleza de sus vuelos.
JUANMAROMO
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