Iahvé ordenó
al hombre "creced y multiplicaros", pero Eva sedujo a Adán y le descubrió
un paraíso mucho más sugerente. El fruto del bien y del mal no se mecía en las
ramas de un árbol, maduraba entre los cálidos muslos de la mujer.
Cuando el
hombre probó de esa fruta y conoció el amor, se sintió tan poderoso que osó
desafiar la divina dictadura y dios les castigó con el destierro y la muerte,
pero no pudo arrebatarle el legado que en algunos momentos le permite regresar
por unos intentes al Edén.
Juanmaromo
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