lunes, 25 de abril de 2011

TODA ELECCIÓN LLEVA IMPLÍCITA UNA RENUNCIA


En la vida estamos tomando decisiones continuamente, algunas banales, otras cruciales pero toda elección lleva consigo una renuncia. Cuando elegimos estudiar una carrera, renunciamos a lustros de diversión y de ocio, cuando decidimos formar una familia, renunciamos a una parte de nuestra libertad personal y cuando escogemos un camino no podemos proseguir por otro.  Hay quien opina que el dinero te permite ampliar infinitamente la capacidad de elección, pero hay un factor que condiciona mucho más que el dinero, y es el tiempo.
Si viviéramos eternamente, podríamos planificar nuestros viajes sine die, conocer el mundo palmo a palmo e incluso comenzar nuevas formas de vida, pero la levedad de nuestra existencia nos obliga a meditar cuidadosamente nuestros proyectos y a aprovechar cada segundo de nuestro tiempo como si fuera el último.
Hay elecciones que son reversibles, podemos cambiar de automóvil incluso de residencia en función del factor económico, pero hay otras que imprimen carácter y que una vez asumidas son imposibles de desandar.
A veces con el paso del tiempo, echamos de menos aquello a lo que renunciamos por adoptar una forma de vida, unos añoran la libertad perdida, y otros la familia que ya no podrán tener , lo que antes llamábamos  libertad se ha transformado en una mazmorra fría.
Cuando tomamos una decisión trascendente, debemos sopesar los pros y los contras fría y concienzudamente, de lo contrario la frustración acabará haciendo mella en nuestra vida y todo aquello que nos pareció maravilloso acabará enmoheciendo como pura rutina, pero el miedo al fracaso jamás debe impedir la elección de un camino, de lo contrario nos sorprenderá la noche, y entonces será demasiado tarde.

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