lunes, 22 de diciembre de 2008

EL MAGMA DE LA VIDA

Hundirme entre tus brazos es volver al magma de la vida, sumergirme en el útero primigenio, viajar en el tiempo hasta el cero absoluto.

Hundirme en tus ojos es viajar a los confines del universo, donde el polvo de estrellas crea galaxias etéreas. Hundirme en tu sexo es asumir la inmortalidad muriendo en el orgasmo.

El nacimiento y la muerte se abrazan en ese cenit cósmico en el que vislumbras el túnel de luz que nos trajo a la vida y nos llevará a la tierra de leche y miel.

Beber de tus pechos es recibir el maná en el desierto, embriagarme del olor a pan recién horneado, recorrer tu cuerpo con mis manos de ciego, descubriendo a cada instante valles secretos y colinas ardientes.

Fundirme en tus simas es el bautizo absoluto que me devuelve limpio, con el alma recién parida y el cuerpo impregnado en la tibia placenta de tu seno.

Hacerte el amor es renacer mil veces, ciego desnudo, bañado en tus efluvios, hasta perder la noción de mi mismo, hasta saber que mi cordón umbilical se pierde en el pozo sin fondo de tu sexo.


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