lunes, 23 de noviembre de 2009

CIGARRAS, HORMIGAS Y LEGULEYOS

Hace años que se vienen produciendo casos de apropiación traumática de viviendas ocupadas legalmente por propietarios o arrendatarios, que al volver de vacaciones se encuentran con las puertas en las narices.
Puedo entender que se ocupen viviendas vacías o locales en proceso de derribo, pero tomar al asalto una vivienda que es el hogar de una familia es un atraco con allanamiento de morada.
Imagino que si la ocupación las sufrieran esas “señorias” que ponen un Euro de fianza a los invasores, al momento enviaban a la policía judicial para proceder al desalojo, pero como a ellos no les atañe, pueden alegar los razonamientos más peregrinos para perpetuar el expolio.
Ningún razonamiento puede justificar que una familia que paga su alquiler, empadronada y con un contrato legal, pueda ser expulsada por unos señores que aprovechando unas vacaciones, revientan la puerta, cambian la cerradura y se apropian de la vivienda, ¡Ni Kafka hubiera escrito algo así!.
Que la justicia está cada vez más lejos de ciudadano, está en boca de todos. La presunción de inocencia y a protección del desamparado, ha sido utilizada por delincuentes y desalmados para robar, estafar y okupar impunemente. El contribuyente cada vez se siente más desamparado ante la ley y esto es muy peligroso, porque los instintos fascistas y xenófobos están esperando su momento para saltar a la calle, y los jueces se lo están poniendo demasiado fácil.
El derecho a un hogar digno que recoge la constitución, no se resuelve asaltando la casa del vecino, sino mediante una política de viviendas de protección oficial y de alquileres regulados por el estado, todo lo demás no hace sino fomentar la percepción de impunidad del delincuente, y el desencanto y crispación de una saciedad que cada vez se siente más atraída por ciertos postulados fascistas que grupos interesados se encargan de instigar.
Legisladores y jueces tienen la culpa de este caos legal que se está produciendo, cuando la justicia brilla por su ausencia, no queda otra solución que tomarla por nuestra mano con todo lo que ello conlleva.
Duerman tranquilos señorías, y esperemos que un día las masas enfurecidas no vayan a lincharlos a Ustedes.

viernes, 20 de noviembre de 2009

LA CIGARRA Y LA HORMIGA (versión empresarial)


Erase una vez un pequeño empresario que trabaja doce horas al día, pagaba religiosamente a sus proveedores y se apartaba un sueldo de acuerdo a su cargo, los beneficios se reinvertían en la empresa o se dejaban en caja en previsión de tiempos peores. Nunca solicitaba préstamos ni dependía de la banca, como buena hormiguita que su granero estuviera siempre bien aprovisionado.
A su lado había otra empresa, su dueño cambiaba de coche cada tres años, marcas de lujo, segunda residencia en la costa… pagaba a sus proveedores a largo plazo porque así podía manejar el dinero como le interesaba. Todo lo compraba a crédito, la maquinaria, los coches, incluso los cruceros millonarios y los banquetes de Trimalcón en hoteles de lujo.
Pero pasó el verano y empezó a escasear el grano, el empresario hormiguita tenía su empresa saneada y se planteaba pasar el duro invierno viviendo de sus ahorros, cuando llegara la primavera podría volver a recolectar para reponer sus graneros vacios.
Pero he aquí que su vecino cigarra, le compró buena parte de las provisiones, como había confianza, la hormiguita aceptó unos pagarés a cuenta a cambio de su despensa y siguió gastando lo menos posible hasta que llegara el buen tiempo.
El señor cigarra, vació enseguida el granero, al fin y al cabo ¡Le había costado tan poco llenarlo! Como no pudo pagar sus deudas, le embargaron el coche, el chalet y la casa, pero aún le dio tiempo de guardar parte del dinero en un agujero para poder gastárselo más tarde.
Cuando vencieron los pagarés, empresario hormiguita se encontró que no quedaba un Euro, y no solo perdió todo el dinero fiado, sino que además tuvo que pagar todos los gastos financieros. Para no morir de hambre hubo que racionar al máximo su reducida despensa rogando a los cielos que pronto se acabara el invierno mientras otras cigarras merodeaban por sus alrededores a la espera de robarle los restos de su granero.
Por desgracia esto es lo que está pasando actualmente, empresas mal gestionadas están llevando a la ruina a otras que han sido administradas cuidadosamente creando un efecto dominó que pueda acabar en una auténtica catástrofe. Hasta la más alta secuoya sucumbe a la fuerza de los hachazos y al paso que vamos, nos vamos a quedar sin bosque, sin árboles y sin hierba que llevarnos a la boca.
JUANMAROMO

jueves, 19 de noviembre de 2009

CAPITALISMO Y DEMOCRACIA



España ha sido desde siempre, un país huérfano de libertades. Siglos de monarquías absolutistas, cuartelazos y dictaduras, han configurado un carácter más próximo al vasallaje que a la ciudadanía. Somos un pueblo descontento, que protesta en voz baja pero calla en voz alta, un país que espera que el gobierno nos lo de todo hecho y que desdeña responsabilidades en la gestión de la política activa.
España tenía la oportunidad de estrenar una democracia con el pueblo volcado en su defensa. Una juventud comprometida y unos activistas políticos bregados en la lucha antifranquista nos daban una mano ganadora, pero algo falló desde el principio.
La democracia se sostiene en tres pilares, la justicia, la enseñanza y el bienestar social, entendiendo dentro de este concepto el derecho a una vivienda y a una sanidad digna y acorde a nuestro nivel económico como país, pero “los señores de la tierra” no podían dejar escapar pastel tan suculento.
La justicia ha sido endémicamente la cenicienta de nuestra administración, lenta burocratizada y carente de medios. Si quieres una garantía procesal, búscate un gabinete de prestigio, muchos jueces se cuadran cuando ven aparecer al letrado que en lugar de toga, luce una brillante aureola.
La enseñanza, si bien en los primeros años vivió un resurgir esperanzador, poco a poco fue víctima de los intereses económicos, con diversas estratagemas y artimañas se favoreció descaradamente a la escuela concertada sobre la pública, convirtiendo a muchas escuelas e institútos, en auténticos guetos.
El llamado “Estado del bienestar”, nació tullido desde el momento en que la vivienda se dejó totalmente en manos de la iniciativa privada. En las grandes ciudades era imposible encontrar un piso de protección oficial, y las inmobiliarias hicieron su agosto inflando precios ante una demanda indefensa y entregada. El estado debió haber primado la construcción de pisos asequibles y dignos en gran escala, dejando el mercado libre para aquellos que quisieran accedes a residencias de alto standing, pero los propietarios de terrenos y las constructoras se llevaron la parte del león, dejando tan solo los despojos.
La seguridad social, un engendro franquista ineficaz y anquilosado, debió ser derruida y levantada de nuevo, pero la clase médica y el alto funcionariado no estaban por la labor así que se optó por ir parcheando el globo y esperar que no reventara antes de tiempo, las clases medias optaron por la medicina privada mediante mutuas o igualas para escapar de las colas y esperas interminables a que les condenaba el sistema público.
Han pasado treinta años y el sistema ha entrado en una crisis profunda, la clase política corrupta y desprestigiada, el capitalismo en bancarrota y la ciudadanía buscando culpables sin mirarse al espejo.
Estamos en un callejón sin salida, o tiramos las paredes a patadas, o nos quedamos encajonados en la miseria, porque llegado a este punto, no se puede volver atrás.


miércoles, 11 de noviembre de 2009

¡QUE NOCHE LA DE AQUEL DIA!


Como cada mañana, me levanté temprano, me preparé un baño relajante y tomé un desayuno frugal. Hoy tenía un día apretado, a las 12 a.m. entrevista con un alto ejecutivo al cual debía acompañar durante toda la jornada y quién sabe si algo más. El planing consistía en una reunión de negocios, almuerzo en “Via Veneto”, conferencia en La Cámara de comercio y cena en “La Cupula”.
Por si no lo han adivinado, soy secretaria de “alto standing”, domino cuatro idiomas, y tengo dos masters en empresariales. Podría haberme colocado en una multinacional pero no soporto las rutina, así que me asocié a una agencia de secretarias de compañía especializada en alquilar azafatas de buen ver capaces de acompañar a un directivo en viaje de negocios, ayudarle en su trabajo y hacerle la estancia más agradable.
Este trabajo me permite una vida independiente y unos saneados ingresos, además, el “contrato” no implica ninguna obligación, si hay mutuo a cuerdo, la cena puede tener apoteosis final en una suite de lujo, pero eso queda fuera del ámbito laboral.
Me esperaba en el hotel Juan Carlos I, unos cincuenta años, elegante, culto y atractivo, me besó la mano cortésmente, y me abrió la puerta de la limousine. La jornada discurrió sin novedades, su conversación era agradable y variada y no exenta de sentido del humor.


Llegó la hora de la cena, yo estaba relajada y dispuesta a continuar la velada hasta el amanecer, se mostro cariñoso y divertido, la cocina era exquisita y la carta de vinos le permitía lucir sus conocimientos enológicos.
Tras tomar la segunda copa de cava, me susurró
-No tienes porqué aceptar, tengo a mi esposa en el hotel, y nos gustaría tener una velada los tres juntos, me acompañas, tomamos una copa y si no estás de acuerdo te recompenso por las molestias y aquí no ha pasado nada, pero te aseguro que si aceptas, no te arrepentirás.-
Me quedé sorprendida, era la primera vez que me proponían algo así, pero el vino, el cava y su mirada suplicante y a la vez firme, me hizo decidirme, la verdad es que no tenia nada que peder.
-De acuerdo- contesté, pero que quede claro que no me comprometo a nada.
Salimos del restaurant, y la limousine nos condujo hacia nuestro destino, los cristales tintados impedían ver el exterior, pero me instinto me indicaba que estábamos en la Avda del Tibidabo.


El vehículo se detuvo, y escuché como una puerta de hierro se habría y entrabamos en un espacio que por los aromas que penetraban en el interior, debía ser un jardín. Escuché la compuerta de un parquing abrirse, y el Lincoln se introdujo en su interior.

Cuando el vehículo se detuvo, el chofer nos acompañó a un ascensor que se detuvo en la tercera planta. La puerta se abrió, y nos recibió una dama de unos cuarenta y cinco años, alta elegante y con aires distinguidos, se saludaron con un beso y entramos a un salón elegantemente decorado, tomamos asiento mientras un camarero nos servía unas copas, la mujer lucia unas piernas estilizadas y a través de su ceñido vestido, se adivinaban unos senos duros y bien perfilados, - Bueno, pensé- Alguna vez ha de ser la primera, de repente empecé a perder el mundo de vista y me desplomé como un saco.


Cuando desperté, me vi totalmente desnuda tendida en una enorme cama en una posición muy extraña, estaba atada de pies y manos con un cojín en la espalda que elevaba mi zona genital y la dejaba totalmente asequible, estaba amordazada y a penas podía balbucear.
Me sentí presa del pánico, pensé que estaba en manos de unos sádicos y que podía ser torturada y asesinada. De repente se abrió la puerta y apareció la pareja, estaban desnudos y sonrientes, él se acerco hacia mi, y me besó en la frente. –No temas, te hemos amordazado para evitar que te dañes la garganta gritando, pero verás como pronto gemirás de placer.


Seguidamente se tumbaron en un sofá que presidia la estancia. A los pocos momentos, aparecieron sobre el lecho cuatro cachorros de una raza que no conocía, minúsculos, blancos y con ojos mimosos, cada uno de ellos se dirigió a su puesto correspondiente, mientras dos empezaron a lamerme los pies, los otros atacaron mis axilas y mis costados, al principio tuve una sensación de asco, pero cuando sentí sus diminutas y rasposas lenguas acariciar mi piel, algo dentro de mí empezó a encenderse, unos empezaron a chuparme los muslos con avidez, mientras los otros lamian mis senos lentamente, empecé a sentir como toda mi piel ardía, cuando uno introdujo su lengüita mágica en mi vulva todo se vino abajo, nunca nadie me había lamido así, mi sexo se abrió como una fruta madura al increíble placer de aquellos lametones. Sentí que alguien me quitaba la mordaza, y entonces pude gemir sin ataduras, mientras los otros dos cachorros mordían delicadamente mis pezones, el cuarto, se dedicaba atrabajarme el ano con frucción, cuando creía que iba a perder el sentido, se detenían durante unos instantes, y volvían a la carga con más ainco, pude ver como la pareja se masturbaba en el sofá sin perder detalle de la escena. De repente, atacaron los cuatro al unísono, la lengua del mas pequeño lamia mi clítoris con tal destreza que toda yo me derramaba de gusto, mientras los otros hacían reventar mis pezones con sus hábiles lamidas. De repente, todo mi cuerpo estalló, un aullido se escapó de mi garganta mientras un orgasmo cósmico me hacía perder el sentido.
Cuando desperté, me encontré en la habitación de un hotel, en principio creí que todo había sido un sueño pero sobre la mesita de noche me encontré una carta de agradecimiento y dos mil Euros en metálico.
Me dirigí al cuarto de baño, pude ver en el espejo como mis zonas álgidas estaban enrojecidas por el feroz ataque, me introduje en el jacucci, y no pude por menos que masturbarme recordando aquella noche de placer salvaje que jamás podre borrar de mi recuerdo.

SHEMIRRAMIS